lunes, 29 de junio de 2015

Denuncia Número 1 contra el señor Alejandro Castro Espín.

Ciudad de la Habana, Cuba.
Mayo 28 de 2015.

Acusación formal contra:
1.- El Señor Alejandro Castro Espín, asesor de seguridad nacional del gobierno del Sr. Raúl Castro,
2.- Y contra el primer teniente Héctor, perteneciente al grupo de la PNR especializado en la Represión de las Minorías Políticas No Comunistas.

Por los delitos de:
1.- Detención Ilegal y Secuestro de Carácter Continuado, ejecutados contra las Minorías Políticas No Comunistas.
2.- Trato Cruel, Despiadado y Sádico, Represión Desmedida y Lesiones de Carácter Continuado, ejecutadas contra las Minorías Políticas No Comunistas.
3.- Torturas de Carácter Continuado, ejecutadas Contra las Minorías Políticas No Comunistas.
4.- Intimidación, Amenazas de Muerte y Prohibición del Libre Ejercicio de los Derechos Civiles y Políticos Pertenecientes a los Ciudadanos Cubanos, ejecutados contra las Minorías Políticas No Comunistas.

Señores Magistrados, Fiscales, Autoridades Políticas, Estatales, Judiciales y de Servicio Público de nuestra nación, mi nombre es Aurelio Andrés González Blanco, ciudadano cubano, natural de Bayamo, Granma; con número de identidad permanente 63101920348, 51 años de edad y vecino de Ave 65 Número 5600, entre 56 y 62, Municipio Guanajay, Provincia de Artemisa, de profesión Abogado; vengo por este medio a presentar formal denuncia, por los delitos antes mencionados, contra los señores Alejandro Castro Espín y el primer teniente Héctor, basado en los hechos siguientes:

Primero: Que el domingo día 17 de mayo del 2015 me encontraba junto a 75 Damas de Blanco y 56 Caballeros en la calle 26 y Quinta Avenida, Municipio Playa, específicamente en el Parque Gandhi o Parque de los Luchadores No violentos por el respeto de los Derechos Civiles, Políticos y Ciudadanos; apoyando las correspondientes plegarias y demostraciones pacíficas de las Damas de Blanco y solicitando la libertad para todos los presos políticos y de conciencia.
Una vez terminado el encuentro, cuando nos disponíamos a abandonar el lugar para tomar el ómnibus perteneciente a la ruta P-1, con el objetivo de dirigirnos a nuestras casas, alrededor de 8 (ocho) guaguas de transporte urbano de Ómnibus Metropolitanos, más de 15 (quince) carros patrulleros marca Gilí, alrededor de 7 (siete) Camiones pesados de transporte de militares y alrededor de 7 (siete) carros jaulas, más alrededor de 10 policías motorizados; se nos abalanzaron encima mientras estábamos en la parada de la calle 28 y Tercera Avenida del municipio Playa; y de todos estos vehículos descendieron más de 200 (doscientas) personas vestidas de policías y unos 10 a 15 vestidos de civil, cuyas conductas, actitudes e imágenes de sus caras resulta tan difíciles de describir que ellos mismos, de inmediato, nos arrebatan todo tipo de cámaras, celulares y objetos que nos permitan grabar la crueldad sádica y bochornosa, cuanto menos criminal y psicopática conque estos militares se comportan. Conducta que estas personas, de forma premeditada y cumpliendo órdenes superiores, no disimulan cuando se lanzan contra nosotros con una violencia propia de personas incivilizadas, inhumanas y con serio trastorno de la personalidad.
Ese día domingo 17 de mayo de 2015 yo participo por vez primera, razón por la cual toda aquella violencia me toma de sorpresa, fue algo para mí no solamente inesperado, sino totalmente insospechado. Nunca había visto crueldad similar contra personas totalmente pacíficas y mayormente de avanzada edad.
Eran alrededor de la una de la tarde (13:00 horas) cuando de dentro de todo aquel desorden provocado por estas tropas vestidas de policía y sedientas de esa crueldad psicopática propia de criminales, un guardia vestido de civil y otro vestido de policía me ponen frente a la cerca que rodea la residencia de color azul construida en aquella esquina y desde mi espalda registran mis ropas, mi cuerpo y mis pertenencias, me colocan los brazos cruzados en la espalda por las muñecas, me esposan fuertemente con una esposa plástica y de forma totalmente violenta, un guardia por cada lado, sin razón alguna; me suben hacia el cuello los brazos esposados, persiguiendo con ello que mis brazos y las articulaciones al nivel de los hombros me lleven a sobrepasar el umbral del dolor. Dolores que me duraron más de cuatro días (Tortura Número 1), y que tuve que combatir con relajantes y antinflamatorios musculares.
Una vez, cuando ya me tenían parado en la parte trasera del camión y antes de subir al mismo, uno de los guardias me empuja contra el estribo donde debo poner el pie y como mi edad y mi peso ya no me permite subir el pie como un adolescente, con las manos atadas a la espalda, pierdo el equilibrio y mi rodilla derecha justo va a chocar con el estribo de metal, provocándome una inflamación que me duró más de una semana (Tortura Número 2). No pudiendo yo subir al camión en aquellas circunstancias, tuve que agenciármelas para hacerlo sin que me golpearan en la cabeza y dándome golpes en las piernas porque los policías continuaron empujándome contra el estribo del camión.
Peores circunstancias resultaron para otro hermano nuestro de alrededor de 70 años de edad, estatura pequeña y un poco de sobrepeso, a quien, igualmente con las manos atadas a la espalda, lo lanzaron de cabeza al interior del camión, con tan mala suerte que su ojo derecho fue a pega en la esquina del banco de metal donde debíamos sentarnos. De él traeré luego su nombre completo, pues aún no me lo sé (Tortura Número 3).
Tan solo unos segundos después, lanzan de cabeza contra el piso del camión a otro de nuestros hermanos que detuvieron junto a mí. Esposado en la espalda, cae de boca contra el piso metálico del camión y a empujones meten su cuerpo hacia el interior del mismo, manipulándolo como si se tratara de un saco de papas. Igual daré el nombre de este hermano una vez lo tenga.
Tan pronto llenaron el camión con alrededor de 20 de nuestros hermanos, todos esposados a la espalda, y unos 15 policías custodiándonos, los mismos comenzaron a amenazarnos con golpearnos si no cerrábamos nuestras bocas, y de hecho golpearon a uno de mis hermanos que se encontraba en la esquina del camión y a mi izquierda. De él luego doy su nombre.
El camión que nos conducía, junto con todas las guaguas, patrulleros y equipos antes mencionados, a través del túnel de la bahía de la Habana y por toda la carretera Monumental y la Vía Blanca, nos trasladó hasta el campamento Internacional de Pioneros José Martí (Qué vergüenza en tu nombre querido José Martí…Según el señor Fidel Castro las escuelas no serían más cuarteles). Y allí, luego de trasladarnos esposados a la espalda durante todo ese trayecto, internaron todos los vehículos. Allí quedaron detenidas, Bajo Secuestro Policial, cerca de 75 Damas de Blanco.
En cuanto a nosotros, los caballeros, sin bajarnos de los camiones y bajo múltiples quejas de nuestra parte por el daño que nos estaban causando las esposas luego de más de media hora con ellas puestas a toda presión, nos volvieron a conducir hacia la Vía Blanca en dirección hacia la Ciudad de la Habana, después por toda la carretera Monumental hasta la Autopista del Primer Anillo hacia el Parque Lenin; luego por la carretera de Calabazar; y al final, hacia un cuartel que tiene la policía en esa zona.
El lugar donde quedamos Secuestrados nosotros los Caballeros es como un Vivac donde hay varios dormitorios. Aquello no es una Unidad Oficial de la PNR.
Hacia este lugar nos conducen con los brazos esposados en nuestras espaldas y aún con las manos cianóticas nos mantienen dentro de los camiones y esposados, por espacio de tres a cuatro horas (Tortura Número 4).
Así nos mantienen confinados dentro de aquellos camiones que a las dos de la tarde son peores que un horno de carbón, y luego de mantenernos todo el tiempo que solo un psicópata puede considerar “Razonable para sus sádicos deseos”, comienzan a bajar un caballero cada alrededor de 20 minutos. De tal forma que los últimos en bajar y aquellos que a su cruel entender consideran conflictivos, quedan esposados y cocinándose dentro del camión hasta las cinco de la tarde y quizás más.
Una vez que todos y cada uno de nosotros somos registrados por los policías en cada una de las partes de nuestros cuerpos y siendo alrededor de las 6:00 (seis) de la tarde, nos montan en otro carro jaula y nos sacan de ese cuartel hacia donde se les ocurra. No importa que nos pregunten dónde vivimos, ellos nos dejarán donde consideren. Yo no estuve, pero puedo traer el testimonio de muchos de mis hermanos que de allí los llevaron hacia Batabanó, otros a Melena del Sur y otro a Nueva Paz, y allá, a más de 50 y 60 kilómetros de la Ciudad de la Habana, y hasta 70 kilómetros de sus residencias, fueron abandonados un domingo, sabiendo los torturadores que en esos lugares no existe transporte hacia la Habana a partir de las 3:00 (tres) de la tarde.

Segundo: Que igualmente, el domingo 24 de mayo de 2015, participo de las correspondientes plegarias y demostraciones pidiendo la libertad para todos los presos políticos. En esta ocasión fuimos alrededor de 50 Damas de Blanco e igual número de Caballeros. Aquellos dos hermanos que el domingo 17 de Mayo pasado fueron cruelmente lanzados al interior del camión como dos sacos de papas y que mencioné anteriormente, no vinieron esta vez, por lo que no pude tomar su nombres para incluirlos en esta denuncia.
De tal forma que cuando abandonamos el parque Gandhi y nos encontrábamos en la parada de la Calle 28 y 3ra Avenida en Playa, la misma historia se repitió; pero esta vez además de los alrededor de 200 policías uniformados, trajeron una guagua de color verde con alrededor de 100 personas vestidas de civil.
Una vez llegaron los policías yo alcé mis dos manos en señal de tranquilidad y pacifismo y tan pronto comenzaron los policías a bajar del ómnibus que se detuvo frente a mí, uno se colocó en mi espalda, me agarro bien violentamente por el cuello y por el cinto e inesperadamente me empujó contra la plancha de acero del costado del bus que estaba frente a mí, de tal forma que mi cabeza choca contra el bus y quedo un poco atontado, en ese mismo instante, aprovechando que yo estaba mareado, con las manos en alto y que él me tenía sujeto por la espalda, ese mismo policía, desde mi espalda, embrida sus brazos alrededor de mi cintura, cierra sus manos con mi cinto y la faja de mi pantalón a la altura de mi estómago, me separa del piso unos centímetros y con la misma me tira contra el suelo lesionándome en el codo izquierdo y causándome un esguince en el dedo mayor del pie derecho y otro a la altura del empeine del mismo pie. Dado que yo aún me encontraba mareado y sorprendido por tanta crueldad, trato de reponerme y quedo de rodillas en el suelo apoyado además en mis dos manos, y es entonces que ese mismo policía me da un piñazo por detrás de mi oreja derecha que me deja aún mas aturdido. Tirado aun en el suelo e inmediatamente, el mismo policía me da tres patadas en el pecho y otra en el borde externo del estómago casi en la espalda pero por encima de la cadera, mientras que otro policía, parado a mi izquierda, me daba piñazos en la espalda. Esos dos policías, luego que se cansan de darme golpes (Torturas Número 5, 6, 7, 8), el que estaba a mi izquierda me quita mi bolso donde tenía tres pomos de agua y una toalla y junto con el otro policía que me había dado las patadas, me levantan y me llevan para un panel jaula que estaba parqueado detrás de la guagua contra la que me habían estrellado. A duras penas pude subirme en la jaula porque los dos policías aún continuaban con la intención de seguirme golpeando y mi único refugio posible para evitar que me siguieran golpeando era meterme en la jaula, mientras tanto ellos me halaban por el cinto y la faja del pantalón tratando de tirarme para el pavimento nuevamente, hasta que por fin logré entrar al panel no sin antes lograr identificar al policía que me había estrellado contra el bus, tirado en el suelo, propinado un piñazo detrás de mi oído derecho y dado cuatro patadas, era un primer teniente que luego montó con el chofer del panel y más tarde me dijo que su nombre era Héctor.
Debo señalar que casi todos esos mismos abusos los cometieron contra otro de nuestros hermanos nombrado Julio Guzmán, una persona de 60 años de edad y con una traqueotomía en su glotis. Ello significa que ni siquiera se puede quejar porque no puede hablar y las palabras que trata de articular no se escuchan.
¿Cómo puede cometerse tanta crueldad contra una persona que no puede ni siquiera quejarse?
¿Cuál puede ser el delito de este hombre que es prácticamente mudo?
Eso demuestra la criminalidad, la bajeza, la insensibilidad humana y el nivel de trastorno mental que poseen estos policías.
Y eso demuestra también el nivel de crueldad, la naturaleza sádica y la personalidad psicopática del señor Alejandro Castro Espín, quien organiza, orienta y manda a ejecutar todos estos actos de secuestros arbitrarios, torturas, abusos, maltratos y lesiones.
Adicionalmente; una vez que llenaron el panel jaula con alrededor de siete (7) de nosotros, el señor Héctor, otro policía que el domingo 17 de mayo pasado ya me había amenazado con golpearme la cara mientras yo estaba esposado, y el chofer, nos trasladan para el mismo cuartel, el Vivac de Calabazar, a donde llegamos alrededor de las 12:00 (doce) del medio día y como ya es de costumbre en ellos, colocan el panel bajo el tremendo sol del medio día sin ningún tipo de sensibilidad y con toda intención (Tortura Número 9).
Pasada media hora ya no aguantábamos más bajo el sol. Aquel calor, sin agua ni alimento alguno ya era insoportable para todos. Fue por eso que le pido de favor al chofer de la jaula que nos coloque en la sombra. El chofer responde que allí no había sombra ninguna. Yo le reitero que al costado izquierdo hay un techo de fibrocemento que disminuye un poco el calor, contestándome el chofer que él no podía decidir eso, que él cumplía órdenes y allí lo habían mandado a colocar el panel jaula con todos nosotros dentro. (Esto demuestra la intencionalidad del método de torturarnos exponiéndonos al sol por un largo período de tiempo).
Pasada aproximadamente una hora bajo el sol, recuerdo que el Señor Osmany Cienfuegos, hermano de Camilo Cienfuegos, había encerrado varios prisioneros dentro de una jaula tapiada y cuando la abrieron habían fallecido once de esos prisioneros.
Fue por eso que con mi puño derecho doy varios puñetazos en el piso del panel jaula pidiendo que nos muevan de allí porque nos estábamos ahogando y esta fue la decisión que tomaron, bajo la guía del señor Héctor, ya mencionado anteriormente, y otro policía vestido de civil del cual no conozco el nombre, pero de acuerdo con lo planteado por mis hermanos pertenece a la Contrainteligencia. Ese nombre lo voy a averiguar para entregarlo a esta Fiscalía:
Primero me mandaron a bajar del panel y una vez afuera el mencionado Héctor y cinco (5) guardias más me inmovilizaron para ponerme las esposas de hierro. Mientras el señor Héctor me ponía las esposas los otros guardias me aguantaban los brazos que yo voluntariamente ya había puesto en mi espalda, y como él mencionado Héctor no podía poner las esposas porque ellos mismo estaban nerviosos, el policía vestido de civil me agarró por el cuello como si yo fuera un animal. Una vez que me pusieron las esposas de hierro, con mis manos sobre mi región glútea, las apretaron tanto como pudieron para cortar la circulación de mis manos, y con su criminal intención volvieron conmigo a la puerta trasera del panel, mandaron a bajar a todos mis hermanos quedando el panel completamente vacío, y una vez allí me lanzaron de cabeza, con las manos atadas a la espalda, contra el suelo del panel jaula (Torturas Números 10, 11, 12).
Fue así que en ese mismo carro jaula donde quedé sólo y sin el posible auxilio de ninguno de mis compañeros, me mantuvieron por espacio de tres horas bajo el sol, sin agua (Tortura Número 13), sin alimento alguno (Tortura Número 14), con las manos esposadas a la espalda, tirado en el suelo y donde perdí el conocimiento no sé por qué período de tiempo, perdí además la circulación sanguínea de mi brazo izquierdo que fue sobre el cual quedé apoyado contra el suelo del vehículo cuando me lanzaron y perdí la sensibilidad de las maños que se me pusieron cianóticas y comenzaban a necrosarse cuando de favor le pedí a los guardias que no me torturaran más, que iba a perder mis manos, y después de múltiples ruegos de mi parte, fue que me sacaron las esposas. En ese momento tenía ya las manos tan necrosadas que no pude utilizarlas para poder levantarme, ellos me tuvieron que ayudar.
Yo tengo las fotos de cómo aún estaban las muñecas de mis manos al día siguiente de esta tortura, inflamadas y con los surcos sanguíneos que me dejaron las esposas.
Créanme señores que aún mis manos están acalambras de la tortura a que fui sometido este domingo 24 de mayo, que algunos de los dedos de mis manos aún no me los siento.
Una vez que me sacaron de la jaula casi no podía caminar porque tenía casi todo el cuerpo acalambrado y por los golpes que me dieron en el pie derecho casi no podía apoyarlo.
Nuevamente nos requisaron el cuerpo totalmente buscando los celulares, cámaras fotográficas, memorias y cualquier elemento que sirva para grabar el actuar criminal de la policía. Luego, siendo alrededor de las seis (6:00) de la tarde me condujeron hasta cerca de 100 y 33 en Marianao. Allí me liberaron.
Adicionalmente, la bolsa con los pomos y la toalla que me quitó el guardia que junto al señor Héctor me golpeó, nunca me la devolvieron. Inquirí por ella en varias ocasiones y hasta la fecha la misma no ha aparecido. La bolsa tiene un precio de 5.00 pesos cubanos y la toalla me costó 20.00 dólares de los Estados Unidos.
Una vez me liberaron en la Calle 100 esquina a 33, en Marianao, fui al Hospital Militar Carlos J. Finlay para recibir atención y tratamiento médico por los golpes que me fueron propinados. Mis hermanos me recomendaron que no mostrara las huellas que habían dejado las esposas en mis muñecas (dos surcos equimóticos profundos, uno en cada muñeca, y la muñeca derecha tremendamente inflamada) porque si así lo hacía los médicos se negarían a atenderme al darse cuenta que las lesiones por mí recibidas provenían del actuar arbitrario de la policía.
En el hospital, una vez tomadas las placas del pecho y el pie derecho, los médicos determinaron que a pesar de la inflamación en el tórax no se observaba neumotórax; pero que en el pie derecho tenía un esguince en el dedo mayor y otro al nivel del empeine, por lo que orientó que se me inmovilizara el pie. Igualmente me recetaron dipirona y metocarbamol por 7 días.
Debo expresar además, que tengo fotografías de casi todas las lesiones visibles causadas por los golpes y torturas, y aún se me pueden tomar las correspondientes fotografías de los hematomas de los golpes en la espalda. En cuanto al dolor de las patadas en el pecho aún no me permiten respirar bien por lo que debo repetirme un examen médico de cual les facilitaré el resultado.

Testigos que me acompañan:
1.- Agustín López Canino. Vecino de calle 72, número 31320 entre 313 y 315, Ciudad de la Habana, teléfono 53236344.
2.- Guillermo García Velazco. Vecino de calle 96, número 5918, entre 59 y 61, Marianao, Ciudad de la Habana.
3.- Juan Carlos Vázquez Osorio, teléfono 54138615.
4.- Otros testigos que traeré oportunamente.

Procedimientos que se interesan de mi parte:
1.- Que el señor Alejandro Castro Espín, asesor de seguridad nacional del Señor Raúl Castro Rúz sea encausado y procesado por el delito de Detención Ilegal y Secuestro de carácter continuado ejercido contra las minorías políticas no comunistas, en su condición de autor intelectual.
2.- Que el señor Alejandro Castro Espín sea encausado y procesado por el delito de tortura de carácter continuado cometido contra las minorías políticas no comunistas, en su condición de autor intelectual.
3.- Que el señor primer teniente Héctor, perteneciente a la Policía Nacional Revolucionaria sea encausado y procesado por los delitos de Detención Ilegal y Secuestro de carácter continuado, ejercicio de la tortura física y lesiones corporales, Linchamientos Extrajudiciales (en grado de tentativa), cometidos contra las minorías políticas no comunistas, en su condición de ejecutor material de tales delitos.
4.- Que igualmente sean encausados y procesados todos aquellos policías y oficiales de la Seguridad del Estado que a diario y específicamente los domingos, participan en la comisión de los delitos Detención y Secuestro Ilegal, Ejecución de Torturas, Lesiones y Linchamientos Callejeros, ejecutados contra las minorías políticas no comunistas.
5.- Que se respeten los derechos a la libertad y la integridad física de las Minoristas Políticas no Comunistas.
6.- Que se respete la libertad de expresión de las Minorías Políticas no Comunistas.
7.- Que se constituya una Comisión de la Verdad, con la Fiscalía General de la República como gestor principal y dos observadores permanentes (uno perteneciente a una institución eclesiástica y el otro perteneciente a las Minorías Políticas No Comunistas propuesto por el Señor Guillermo Fariñas) para documentar cada uno de los abusos, torturas y lesiones cometidas por la PNR, la Contrainteligencia y Grupos Paramilitares del gobierno, contra las Minorías Políticas No Comunistas.
8.- Que se me devuelva mi bolso, pomos y toalla o se me reintegre el importe correspondiente al precio de todos los objetos de mi propiedad que no me han sido devueltos.
9.- Y que se comprenda de una vez que nuestra sociedad no es una sociedad homogénea, que en ella habitan personas con diferencias ideológicas y criterios sociopolíticos que deben ser respetados y el pueblo tiene derecho a conocerlos. Y que si se aspira a participar en una sociedad civilizada, tenemos que respetarnos y tolerarnos basados en la observancia y respeto de los Derechos Humanos, Civiles y Políticos de cada persona, y abandonar esa cultura de salvajismo abiertamente promovida y apoyada por el gobierno de nuestro país para que nos odiemos y matemos entre nosotros.

Pruebas que adjunto:
1.- Fotocopia del certificado médico y demás prescripciones facultativas del hospital Carlos J. Finlay….
2.- Fotografías que muestran la mayoría de las lesiones producidas por los agentes de la PNR y Contrainteligencia.


Respetuosamente,




Licenciado
Aurelio Andrés González Blanco.
Abogado graduado del Curso de
Enseñanza Dirigida de la Universidad de la Habana.


Nota: Esta denuncia fue entregada a la Fiscalía Militar Principal en fecha 3 de junio de 2015 y a la Fiscalía General de la República de Cuba en igual fecha .