Ciudad
de la Habana, Cuba.
Mayo
28 de 2015.
Acusación
formal contra:
1.-
El Señor Alejandro Castro Espín, asesor de seguridad nacional del
gobierno del Sr. Raúl Castro,
2.-
Y contra el primer teniente Héctor, perteneciente al grupo de la PNR
especializado en la Represión de las Minorías Políticas No
Comunistas.
Por
los delitos de:
1.-
Detención Ilegal y Secuestro de Carácter Continuado, ejecutados
contra las Minorías Políticas No Comunistas.
2.-
Trato Cruel, Despiadado y Sádico, Represión Desmedida y Lesiones de
Carácter Continuado, ejecutadas contra las Minorías Políticas No
Comunistas.
3.-
Torturas de Carácter Continuado, ejecutadas Contra las Minorías
Políticas No Comunistas.
4.-
Intimidación, Amenazas de Muerte y Prohibición del Libre Ejercicio
de los Derechos Civiles y Políticos Pertenecientes a los Ciudadanos
Cubanos, ejecutados contra las Minorías Políticas No Comunistas.
Señores
Magistrados, Fiscales, Autoridades Políticas, Estatales, Judiciales
y de Servicio Público de nuestra nación, mi nombre es Aurelio
Andrés González Blanco, ciudadano cubano, natural de Bayamo,
Granma; con número de identidad permanente 63101920348, 51 años de
edad y vecino de Ave 65 Número 5600, entre 56 y 62, Municipio
Guanajay, Provincia de Artemisa, de profesión Abogado; vengo por
este medio a presentar formal denuncia, por los delitos antes
mencionados, contra los señores Alejandro Castro Espín y el primer
teniente Héctor, basado en los hechos siguientes:
Primero:
Que el domingo día 17
de mayo del 2015
me encontraba junto a 75 Damas de Blanco y 56 Caballeros en la calle
26 y Quinta Avenida, Municipio Playa, específicamente en el Parque
Gandhi o Parque de los Luchadores No violentos por el respeto de los
Derechos Civiles, Políticos y Ciudadanos; apoyando las
correspondientes plegarias y demostraciones pacíficas de las Damas
de Blanco y solicitando la libertad para todos los presos políticos
y de conciencia.
Una
vez terminado el encuentro, cuando nos disponíamos a abandonar el
lugar para tomar el ómnibus perteneciente a la ruta P-1, con el
objetivo de dirigirnos a nuestras casas, alrededor de 8 (ocho)
guaguas de transporte urbano de Ómnibus Metropolitanos, más de 15
(quince) carros patrulleros marca Gilí, alrededor de 7 (siete)
Camiones pesados de transporte de militares y alrededor de 7 (siete)
carros jaulas, más alrededor de 10 policías motorizados; se nos
abalanzaron encima mientras estábamos en la parada de la calle 28 y
Tercera Avenida del municipio Playa; y de todos estos vehículos
descendieron más de 200 (doscientas) personas vestidas de policías
y unos 10 a 15 vestidos de civil, cuyas conductas, actitudes e
imágenes de sus caras resulta tan difíciles de describir que ellos
mismos, de inmediato, nos arrebatan todo tipo de cámaras, celulares
y objetos que nos permitan grabar la crueldad sádica y bochornosa,
cuanto menos criminal y psicopática conque estos militares se
comportan. Conducta que estas personas, de forma premeditada y
cumpliendo órdenes superiores, no disimulan cuando se lanzan contra
nosotros con una violencia propia de personas incivilizadas,
inhumanas y con serio trastorno de la personalidad.
Ese
día domingo 17 de mayo de 2015 yo participo por vez primera, razón
por la cual toda aquella violencia me toma de sorpresa, fue algo para
mí no solamente inesperado, sino totalmente insospechado. Nunca
había visto crueldad similar contra personas totalmente pacíficas y
mayormente de avanzada edad.
Eran
alrededor de la una de la tarde (13:00 horas) cuando de dentro de
todo aquel desorden provocado por estas tropas vestidas de policía y
sedientas de esa crueldad psicopática propia de criminales, un
guardia vestido de civil y otro vestido de policía me ponen frente a
la cerca que rodea la residencia de color azul construida en aquella
esquina y desde mi espalda registran mis ropas, mi cuerpo y mis
pertenencias, me colocan los brazos cruzados en la espalda por las
muñecas, me esposan fuertemente con una esposa plástica y de forma
totalmente violenta, un guardia por cada lado, sin razón alguna; me
suben hacia el cuello los brazos esposados, persiguiendo con ello que
mis brazos y las articulaciones al nivel de los hombros me lleven a
sobrepasar el umbral del dolor. Dolores que me duraron más de cuatro
días (Tortura
Número 1),
y que tuve que combatir con relajantes y antinflamatorios musculares.
Una
vez, cuando ya me tenían parado en la parte trasera del camión y
antes de subir al mismo, uno de los guardias me empuja contra el
estribo donde debo poner el pie y como mi edad y mi peso ya no me
permite subir el pie como un adolescente, con las manos atadas a la
espalda, pierdo el equilibrio y mi rodilla derecha justo va a chocar
con el estribo de metal, provocándome una inflamación que me duró
más de una semana (Tortura
Número 2).
No pudiendo yo subir al camión en aquellas circunstancias, tuve que
agenciármelas para hacerlo sin que me golpearan en la cabeza y
dándome golpes en las piernas porque los policías continuaron
empujándome contra el estribo del camión.
Peores
circunstancias resultaron para otro hermano nuestro de alrededor de
70 años de edad, estatura pequeña y un poco de sobrepeso, a quien,
igualmente con las manos atadas a la espalda, lo lanzaron de cabeza
al interior del camión, con tan mala suerte que su ojo derecho fue a
pega en la esquina del banco de metal donde debíamos sentarnos. De
él traeré luego su nombre completo, pues aún no me lo sé (Tortura
Número 3).
Tan
solo unos segundos después, lanzan de cabeza contra el piso del
camión a otro de nuestros hermanos que detuvieron junto a mí.
Esposado en la espalda, cae de boca contra el piso metálico del
camión y a empujones meten su cuerpo hacia el interior del mismo,
manipulándolo como si se tratara de un saco de papas. Igual daré el
nombre de este hermano una vez lo tenga.
Tan
pronto llenaron el camión con alrededor de 20 de nuestros hermanos,
todos esposados a la espalda, y unos 15 policías custodiándonos,
los mismos comenzaron a amenazarnos con golpearnos si no cerrábamos
nuestras bocas, y de hecho golpearon a uno de mis hermanos que se
encontraba en la esquina del camión y a mi izquierda. De él luego
doy su nombre.
El
camión que nos conducía, junto con todas las guaguas, patrulleros y
equipos antes mencionados, a través del túnel de la bahía de la
Habana y por toda la carretera Monumental y la Vía Blanca, nos
trasladó hasta el campamento Internacional de Pioneros José Martí
(Qué vergüenza en tu nombre querido José Martí…Según el señor
Fidel Castro las escuelas no serían más cuarteles). Y allí, luego
de trasladarnos esposados a la espalda durante todo ese trayecto,
internaron todos los vehículos. Allí quedaron detenidas, Bajo
Secuestro Policial,
cerca de 75 Damas de Blanco.
En
cuanto a nosotros, los caballeros, sin bajarnos de los camiones y
bajo múltiples quejas de nuestra parte por el daño que nos estaban
causando las esposas luego de más de media hora con ellas puestas a
toda presión, nos volvieron a conducir hacia la Vía Blanca en
dirección hacia la Ciudad de la Habana, después por toda la
carretera Monumental hasta la Autopista del Primer Anillo hacia el
Parque Lenin; luego por la carretera de Calabazar; y al final, hacia
un cuartel que tiene la policía en esa zona.
El
lugar donde quedamos Secuestrados
nosotros los Caballeros es como un Vivac donde hay varios
dormitorios. Aquello no es una Unidad Oficial de la PNR.
Hacia
este lugar nos conducen con los brazos esposados en nuestras espaldas
y aún con las manos cianóticas nos mantienen dentro de los camiones
y esposados, por espacio de tres a cuatro horas (Tortura
Número 4).
Así
nos mantienen confinados dentro de aquellos camiones que a las dos
de la tarde son peores que un horno de carbón, y luego de
mantenernos todo el tiempo que solo un psicópata puede considerar
“Razonable
para sus sádicos deseos”,
comienzan
a bajar un caballero cada alrededor de 20 minutos. De tal forma que
los últimos en bajar y aquellos que a su cruel entender consideran
conflictivos, quedan esposados y cocinándose dentro del camión
hasta las cinco de la tarde y quizás más.
Una
vez que todos y cada uno de nosotros somos registrados por los
policías en cada una de las partes de nuestros cuerpos y siendo
alrededor de las 6:00 (seis) de la tarde, nos montan en otro carro
jaula y nos sacan de ese cuartel hacia donde se les ocurra. No
importa que nos pregunten dónde vivimos, ellos nos dejarán donde
consideren. Yo no estuve, pero puedo traer el testimonio de muchos de
mis hermanos que de allí los llevaron hacia Batabanó, otros a
Melena del Sur y otro a Nueva Paz, y allá, a más de 50 y 60
kilómetros de la Ciudad de la Habana, y hasta 70 kilómetros de sus
residencias, fueron abandonados un domingo, sabiendo los torturadores
que en esos lugares no existe transporte hacia la Habana a partir de
las 3:00 (tres) de la tarde.
Segundo:
Que igualmente, el domingo 24 de mayo de 2015, participo de las
correspondientes plegarias y demostraciones pidiendo la libertad para
todos los presos políticos. En esta ocasión fuimos alrededor de 50
Damas de Blanco e igual número de Caballeros. Aquellos dos hermanos
que el domingo 17 de Mayo pasado fueron cruelmente lanzados al
interior del camión como dos sacos de papas y que mencioné
anteriormente, no vinieron esta vez, por lo que no pude tomar su
nombres para incluirlos en esta denuncia.
De
tal forma que cuando abandonamos el parque Gandhi y nos encontrábamos
en la parada de la Calle 28 y 3ra Avenida en Playa, la misma historia
se repitió; pero esta vez además de los alrededor de 200 policías
uniformados, trajeron una guagua de color verde con alrededor de 100
personas vestidas de civil.
Una
vez llegaron los policías yo alcé mis dos manos en señal de
tranquilidad y pacifismo y tan pronto comenzaron los policías a
bajar del ómnibus que se detuvo frente a mí, uno se colocó en mi
espalda, me agarro bien violentamente por el cuello y por el cinto e
inesperadamente me empujó contra la plancha de acero del costado del
bus que estaba frente a mí, de tal forma que mi cabeza choca contra
el bus y quedo un poco atontado, en ese mismo instante, aprovechando
que yo estaba mareado, con las manos en alto y que él me tenía
sujeto por la espalda, ese mismo policía, desde mi espalda, embrida
sus brazos alrededor de mi cintura, cierra sus manos con mi cinto y
la faja de mi pantalón a la altura de mi estómago, me separa del
piso unos centímetros y con la misma me tira contra el suelo
lesionándome en el codo izquierdo y causándome un esguince en el
dedo mayor del pie derecho y otro a la altura del empeine del mismo
pie. Dado que yo aún me encontraba mareado y sorprendido por tanta
crueldad, trato de reponerme y quedo de rodillas en el suelo apoyado
además en mis dos manos, y es entonces que ese mismo policía me da
un piñazo por detrás de mi oreja derecha que me deja aún mas
aturdido. Tirado aun en el suelo e inmediatamente, el mismo policía
me da tres patadas en el pecho y otra en el borde externo del
estómago casi en la espalda pero por encima de la cadera, mientras
que otro policía, parado a mi izquierda, me daba piñazos en la
espalda. Esos dos policías, luego que se cansan de darme golpes
(Torturas
Número 5, 6, 7, 8),
el que estaba a mi izquierda me quita mi bolso donde tenía tres
pomos de agua y una toalla y junto con el otro policía que me había
dado las patadas, me levantan y me llevan para un panel jaula que
estaba parqueado detrás de la guagua contra la que me habían
estrellado. A duras penas pude subirme en la jaula porque los dos
policías aún continuaban con la intención de seguirme golpeando y
mi único refugio posible para evitar que me siguieran golpeando era
meterme en la jaula, mientras tanto ellos me halaban por el cinto y
la faja del pantalón tratando de tirarme para el pavimento
nuevamente, hasta que por fin logré entrar al panel no sin antes
lograr identificar al policía que me había estrellado contra el
bus, tirado en el suelo, propinado un piñazo detrás de mi oído
derecho y dado cuatro patadas, era un primer teniente que luego montó
con el chofer del panel y más tarde me dijo que su nombre era
Héctor.
Debo
señalar que casi todos esos mismos abusos los cometieron contra otro
de nuestros hermanos nombrado Julio Guzmán, una persona de 60 años
de edad y con una traqueotomía en su glotis. Ello significa que ni
siquiera se puede quejar porque no puede hablar y las palabras que
trata de articular no se escuchan.
¿Cómo
puede cometerse tanta crueldad contra una persona que no puede ni
siquiera quejarse?
¿Cuál
puede ser el delito de este hombre que es prácticamente mudo?
Eso
demuestra la criminalidad, la bajeza, la insensibilidad humana y el
nivel de trastorno mental que poseen estos policías.
Y
eso demuestra también el nivel de crueldad, la naturaleza sádica y
la personalidad psicopática del señor Alejandro Castro Espín,
quien organiza, orienta y manda a ejecutar todos estos actos de
secuestros arbitrarios, torturas, abusos, maltratos y lesiones.
Adicionalmente;
una vez que llenaron el panel jaula con alrededor de siete (7) de
nosotros, el señor Héctor, otro policía que el domingo 17 de mayo
pasado ya me había amenazado con golpearme la cara mientras yo
estaba esposado, y el chofer, nos trasladan para el mismo cuartel, el
Vivac de Calabazar, a donde llegamos alrededor de las 12:00 (doce)
del medio día y como ya es de costumbre en ellos, colocan el panel
bajo el tremendo sol del medio día sin ningún tipo de sensibilidad
y con toda intención (Tortura
Número 9).
Pasada
media hora ya no aguantábamos más bajo el sol. Aquel calor, sin
agua ni alimento alguno ya era insoportable para todos. Fue por eso
que le pido de favor al chofer de la jaula que nos coloque en la
sombra. El chofer responde que allí no había sombra ninguna. Yo le
reitero que al costado izquierdo hay un techo de fibrocemento que
disminuye un poco el calor, contestándome el chofer que él no podía
decidir eso, que él cumplía órdenes y allí lo habían mandado a
colocar el panel jaula con todos nosotros dentro. (Esto
demuestra la intencionalidad del método de torturarnos exponiéndonos
al sol por un largo período de tiempo).
Pasada
aproximadamente una hora bajo el sol, recuerdo que el Señor Osmany
Cienfuegos, hermano de Camilo Cienfuegos, había encerrado varios
prisioneros dentro de una jaula tapiada y cuando la abrieron habían
fallecido once de esos prisioneros.
Fue
por eso que con mi puño derecho doy varios puñetazos en el piso del
panel jaula pidiendo que nos muevan de allí porque nos estábamos
ahogando y esta fue la decisión que tomaron, bajo la guía del señor
Héctor, ya mencionado anteriormente, y otro policía vestido de
civil del cual no conozco el nombre, pero de acuerdo con lo planteado
por mis hermanos pertenece a la Contrainteligencia. Ese nombre lo voy
a averiguar para entregarlo a esta Fiscalía:
Primero
me mandaron a bajar del panel y una vez afuera el mencionado Héctor
y cinco (5) guardias más me inmovilizaron para ponerme las esposas
de hierro. Mientras el señor Héctor me ponía las esposas los otros
guardias me aguantaban los brazos que yo voluntariamente ya había
puesto en mi espalda, y como él mencionado Héctor no podía poner
las esposas porque ellos mismo estaban nerviosos, el policía vestido
de civil me agarró por el cuello como si yo fuera un animal. Una vez
que me pusieron las esposas de hierro, con mis manos sobre mi región
glútea, las apretaron tanto como pudieron para cortar la circulación
de mis manos, y con su criminal intención volvieron conmigo a la
puerta trasera del panel, mandaron a bajar a todos mis hermanos
quedando el panel completamente vacío, y una vez allí me lanzaron
de cabeza, con las manos atadas a la espalda, contra el suelo del
panel jaula (Torturas
Números 10, 11, 12).
Fue
así que en ese mismo carro jaula donde quedé sólo y sin el posible
auxilio de ninguno de mis compañeros, me mantuvieron por espacio de
tres horas bajo el sol, sin agua (Tortura
Número 13),
sin alimento alguno (Tortura
Número 14),
con las manos esposadas a la espalda, tirado en el suelo y donde
perdí el conocimiento no sé por qué período de tiempo, perdí
además la circulación sanguínea de mi brazo izquierdo que fue
sobre el cual quedé apoyado contra el suelo del vehículo cuando me
lanzaron y perdí la sensibilidad de las maños que se me pusieron
cianóticas y comenzaban a necrosarse cuando de favor le pedí a los
guardias que no me torturaran más, que iba a perder mis manos, y
después de múltiples ruegos de mi parte, fue que me sacaron las
esposas. En ese momento tenía ya las manos tan necrosadas que no
pude utilizarlas para poder levantarme, ellos me tuvieron que ayudar.
Yo
tengo las fotos de cómo aún estaban las muñecas de mis manos al
día siguiente de esta tortura, inflamadas y con los surcos
sanguíneos que me dejaron las esposas.
Créanme
señores que aún mis manos están acalambras de la tortura a que fui
sometido este domingo 24 de mayo, que algunos de los dedos de mis
manos aún no me los siento.
Una
vez que me sacaron de la jaula casi no podía caminar porque tenía
casi todo el cuerpo acalambrado y por los golpes que me dieron en el
pie derecho casi no podía apoyarlo.
Nuevamente
nos requisaron el cuerpo totalmente buscando los celulares, cámaras
fotográficas, memorias y cualquier elemento que sirva para grabar el
actuar criminal de la policía. Luego, siendo alrededor de las seis
(6:00) de la tarde me condujeron hasta cerca de 100 y 33 en Marianao.
Allí me liberaron.
Adicionalmente,
la bolsa con los pomos y la toalla que me quitó el guardia que junto
al señor Héctor me golpeó, nunca me la devolvieron. Inquirí por
ella en varias ocasiones y hasta la fecha la misma no ha aparecido.
La bolsa tiene un precio de 5.00 pesos cubanos y la toalla me costó
20.00 dólares de los Estados Unidos.
Una
vez me liberaron en la Calle 100 esquina a 33, en Marianao, fui al
Hospital Militar Carlos J. Finlay para recibir atención y
tratamiento médico por los golpes que me fueron propinados. Mis
hermanos me recomendaron que no mostrara las huellas que habían
dejado las esposas en mis muñecas (dos surcos equimóticos
profundos, uno en cada muñeca, y la muñeca derecha tremendamente
inflamada) porque si así lo hacía los médicos se negarían a
atenderme al darse cuenta que las lesiones por mí recibidas
provenían del actuar arbitrario de la policía.
En
el hospital, una vez tomadas las placas del pecho y el pie derecho,
los médicos determinaron que a pesar de la inflamación en el tórax
no se observaba neumotórax; pero que en el pie derecho tenía un
esguince en el dedo mayor y otro al nivel del empeine, por lo que
orientó que se me inmovilizara el pie. Igualmente me recetaron
dipirona y metocarbamol por 7 días.
Debo
expresar además, que tengo fotografías de casi todas las lesiones
visibles causadas por los golpes y torturas, y aún se me pueden
tomar las correspondientes fotografías de los hematomas de los
golpes en la espalda. En cuanto al dolor de las patadas en el pecho
aún no me permiten respirar bien por lo que debo repetirme un examen
médico de cual les facilitaré el resultado.
Testigos
que me acompañan:
1.-
Agustín López Canino. Vecino de calle 72, número 31320 entre 313 y
315, Ciudad de la Habana, teléfono 53236344.
2.-
Guillermo García Velazco. Vecino de calle 96, número 5918, entre 59
y 61, Marianao, Ciudad de la Habana.
3.-
Juan Carlos Vázquez Osorio, teléfono 54138615.
4.-
Otros testigos que traeré oportunamente.
Procedimientos
que se interesan de mi parte:
1.-
Que el señor Alejandro Castro Espín, asesor de seguridad nacional
del Señor Raúl Castro Rúz sea encausado y procesado por el delito
de Detención Ilegal y Secuestro de carácter continuado ejercido
contra las minorías políticas no comunistas, en su condición de
autor intelectual.
2.-
Que el señor Alejandro Castro Espín sea encausado y procesado por
el delito de tortura de carácter continuado cometido contra las
minorías políticas no comunistas, en su condición de autor
intelectual.
3.-
Que el señor primer teniente Héctor, perteneciente a la Policía
Nacional Revolucionaria sea encausado y procesado por los delitos de
Detención Ilegal y Secuestro de carácter continuado, ejercicio de
la tortura física y lesiones corporales,
Linchamientos Extrajudiciales (en grado de tentativa),
cometidos contra las minorías políticas no comunistas, en su
condición de ejecutor material de tales delitos.
4.-
Que igualmente sean encausados y procesados todos aquellos policías
y oficiales de la Seguridad del Estado que a diario y específicamente
los domingos, participan en la comisión de los delitos Detención y
Secuestro Ilegal, Ejecución de Torturas, Lesiones y Linchamientos
Callejeros, ejecutados contra las minorías políticas no comunistas.
5.-
Que se respeten los derechos a la libertad y la integridad física de
las Minoristas Políticas no Comunistas.
6.-
Que se respete la libertad de expresión de las Minorías Políticas
no Comunistas.
7.-
Que se constituya una Comisión
de la Verdad,
con la Fiscalía General de la República como gestor principal y dos
observadores permanentes (uno perteneciente a una institución
eclesiástica y el otro perteneciente a las Minorías Políticas No
Comunistas propuesto por el Señor Guillermo Fariñas) para
documentar cada uno de los abusos, torturas y lesiones cometidas por
la PNR, la Contrainteligencia y Grupos Paramilitares del gobierno,
contra las Minorías Políticas No Comunistas.
8.-
Que se me devuelva mi bolso, pomos y toalla o se me reintegre el
importe correspondiente al precio de todos los objetos de mi
propiedad que no me han sido devueltos.
9.-
Y que se comprenda de una vez que nuestra sociedad no es una sociedad
homogénea, que en ella habitan personas con diferencias ideológicas
y criterios sociopolíticos que deben ser respetados y el pueblo
tiene derecho a conocerlos. Y que si se aspira a participar en una
sociedad civilizada, tenemos que respetarnos y tolerarnos basados en
la observancia y respeto de los Derechos Humanos, Civiles y Políticos
de cada persona, y abandonar esa cultura de salvajismo abiertamente
promovida y apoyada por el gobierno de nuestro país para que nos
odiemos y matemos entre nosotros.
Pruebas
que adjunto:
1.-
Fotocopia del certificado médico y demás prescripciones
facultativas del hospital Carlos J. Finlay….
2.-
Fotografías que muestran la mayoría de las lesiones producidas por
los agentes de la PNR y Contrainteligencia.
Respetuosamente,
Licenciado
Aurelio
Andrés González Blanco.
Abogado
graduado del Curso de
Enseñanza
Dirigida de la Universidad de la Habana.
Nota: Esta denuncia fue entregada a la Fiscalía Militar Principal en fecha 3 de junio de 2015 y a la Fiscalía General de la República de Cuba en igual fecha .
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